Ironía e Idealización
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La más grande ironía de mi vida, aquella que estas palabras en tu navegador corrigen, siempre fue el hecho de que a pesar de estar en el campo del desarrollo web por casi 10 años, no tenía un sitio web propio.

¿Por qué? Ciertamente no fue por una falta de conocimiento técnico, ya que tengo absoluta confianza en mi habilidad. Tampoco fue la falta de tiempo, he tenido suficiente tiempo de trabajar en ella durante diferentes periodos de mi vida. Fue por que idealizaba el resultado final.

Cuando comencé en este campo hace casi 10 años, por supuesto que comencé con un pequeño sitio web, un tutorial de HTML sencillo. Cuando comenzó no tenía ni siquiera un fondo, solo texto y algunas tablas. Tras eso creció, para cuando deje de trabajar en ella, debido a la sobrecarga de trabajo de la escuela ya que me acercaba al final de esta, este sencillo sitio web ya no era tan sencillo, tenía un bonito diseño, y estaba lleno de contenido. E incluso algunas personas llegaron a escribirme sobre como las había ayudado.

Una vez que terminé la escuela ya me encontraba planeando un nuevo sitio web. ¿De que trataría? No lo sabía, solo quería que fuera grande, que fuera una muestra de mi habilidad en ese entonces, que fuera el mejor sitio web que hubiera, que fuera perfecto. Con el paso de los años, diseños vinieron y se fueron, introducciones y contenido fue escrito, cada año una de las metas fue tener ese sitio web en línea. Sin embargo al final el sitio nunca se materializó. La analogía de esperar a que todas las luces se pongan verdes antes de comenzar a conducir viene a la mente.

Ahora soy más realista, y se que debo continuar apuntando a la perfección, y trabajar en alcanzarla, pero ser razonable al hacerlo, saber cuando detenerme. Estoy orgulloso de los sistemas que he hecho hasta ahora, y creo que su calidad es muy superior a la de otros, pero se que no pueden ser perfectos, ningún sistema lo es, y eso está bien.

Me gustaría agregar que esta idealización también aplica a personas. La razón por la que nos decepcionamos tanto de otras personas; por lo que la que parece ser una relación perfecta termina mal, es que idealizamos a nuestra pareja, así como nuestra vida juntos, en vez de llegar a conocer a la pareja y aceptar, o por lo menos tolerar, sus imperfecciones.